Crisis energética prende la alerta roja
Con el incendio en la hidroeléctrica de Guatapé, el suministro de energía se puso color de hormiga. El fenómeno de El Niño y el mal manejo del potencial energético tienen al país al filo de recortes de luz.
La situación energética del país se
complicó. Al fuerte fenómeno de El Niño se sumó que la hidroeléctrica de
Guatapé, de Empresas Públicas de Medellín (EPM), estará paralizada por
cuatro meses. Esta eventualidad ejercerá una presión adicional en un
sector que afronta serias dificultades desde hace algún tiempo, debido
al bajo nivel de los embalses y a los problemas financieros de las
plantas térmicas.
El problema se produjo
el 15 de febrero, cuando se presentó un corto circuito en la central
ubicada en el oriente antioqueño, que causó un incendio en el túnel de
acceso a la casa de máquinas. El fuego destruyó 4 kilómetros de cable
que llevan la energía desde la central hasta la subestación, con lo cual
la hidroeléctrica saldrá del Sistema Interconectado Nacional mientras
los técnicos reparan el daño.
El hecho,
que generó gran preocupación en Antioquia, pasó inadvertido en el resto
del país a pesar de su gran impacto, pues Guatapé responde por el 4,2
por ciento de la demanda de energía del país, con 560 megavatios.
Ante
la gravedad de la situación, la Superintendencia de Servicios Públicos
le pidió a EPM poner en marcha medidas que permitan superar los
problemas en el menor tiempo posible. Sin embargo, el tema no es tan
sencillo y así lo reconoció el propio gerente de EPM, Jorge Londoño de
la Cuesta, quien dijo que la solución tardará varios meses porque los
cables destruidos son muy especiales y hay que traerlos del exterior. De
las ocho unidades afectadas solo dos estarán en servicio en mayo. Las
restantes entrarán de manera paulatina de ahora a septiembre. Es decir,
antes de siete meses no quedará resuelto en su totalidad este grave
incidente.
Para reemplazar la energía que
dejará de suministrar Guatapé, nuevamente las térmicas tendrán que
actuar. Termocandelaria, intervenida hace unos meses por la
Superintendencia de Servicios Públicos, así como Termodorada tienen sus
máquinas a todo vapor para ayudar en estas circunstancias.
Pero
lo más grave no es solo que se dejará de suministrar energía cuando más
se necesita, sino que Guatapé, a través del embalse de El Peñol, surte
de agua a las hidroeléctricas Playas y San Carlos, también en Antioquia.
El Peñol tiene cerca del 30 por ciento de las reservas hídricas del
país y de él dependen estas centrales. Si se llegara a afectar la
generación de energía de San Carlos, al no llegarle agua suficiente de
El Peñol, la situación se complicaría. San Carlos es la hidroeléctrica
de mayor capacidad, con 1.240 megavatios. Es decir, es responsable por
cerca del 10 por ciento de la demanda del país.
El
ministro de Minas y Energía, Tomás González, reconoció que la situación
es muy complicada y que lo sucedido en Guatapé es “como si Colombia se
quedara sin James cuando tiene que jugar la final del campeonato”. Para
el senador Iván Duque la parálisis de Guatapé es un riesgo adicional que
no puede distraer lo que está pasando en el sistema eléctrico nacional,
que se ha visto afectado por la escasez de gas en el país.
Ante
el agravamiento del panorama energético, el gobierno anunció nuevas
medidas para impedir un racionamiento. El ministro González anunció que
se importará energía de Ecuador y que se usarán las reservas acumuladas
en los últimos meses, lo que llevará a que las hidroeléctricas y las
térmicas tengan que trabajar a plena capacidad.
Ecuador
suministrará 7 gigavatios diarios, el nivel máximo de capacidad que
permite la línea de transmisión. Si bien esto representa menos del 4 por
ciento de la demanda total de energía de Colombia, que asciende a 190
gigavatios, el anuncio lanza un claro mensaje sobre la complicada
situación del sector y los nuevos riesgos que pueden poner en peligro la
confiabilidad del sistema. Aunque Colombia ha mantenido un intercambio
permanente de energía con Ecuador y Venezuela, las nuevas circunstancias
no solo llevaron al país a suspender las exportaciones hacia esos dos
países sino por el contrario, a tener que recurrir a comprar este
recurso.
Además, debido a que el fenómeno
de El Niño se ha endurecido, el nivel de los embalses sigue en picada y
se encuentra en el 43,5 por ciento, muy por debajo del 64 por ciento
del año pasado cuando se encendieron las primeras luces de alerta sobre
los riesgos de un racionamiento de energía. Las regiones más vulnerables
son Valle del Cauca, que tiene el nivel más bajo, con el 24 por ciento,
seguido del centro y el oriente, con el 41 por ciento.
Sin
embargo, con la salida del embalse de El Peñol, la situación se torna
más crítica ya que el nivel útil de los embalses (capacidad para generar
energía) baja al 31 por ciento, una cifra que comienza a preocupar.
No
hay que olvidar que en tiempos normales las hidroeléctricas responden
por más del 70 por ciento de la energía del país y las térmicas surten
el resto. Ahora estas últimas han tenido que salir a respaldar el
sistema con más del 45 por ciento de la energía, lo cual puede agravar
su situación financiera porque los combustibles, como el diésel, están
subiendo aceleradamente de precio.
Ante
esta situación, Luis Alejandro Camargo, gerente de XM, filial de ISA
encargada de gestionar el mercado eléctrico, indicó que es necesario que
los colombianos tomen conciencia y ahorren más energía ya que el
consumo no ha disminuido como se esperaba. Por el contrario, en enero
pasado la demanda creció 5,7 por ciento y en regiones como la costa
Atlántica aumentó 8 por ciento, una cifra preocupante. Con el fin de
incentivar el ahorro, la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg)
anunciará en los próximos días medidas que podrían beneficiar el
bolsillo de los consumidores que no malgasten el servicio.
La
preocupación en el gobierno es alta ya que cualquier evento adicional
podría provocar un suspensión en el servicio, especialmente en horas
pico, entre las 6 y las 9 de la noche.
Alejandro
Castañeda, presidente de la Asociación Nacional de Empresas Generadoras
(Andeg), reconoce que la situación se puso más compleja y no se puede
descartar ninguna medida de contingencia. Un experto en el sector
ratificó que ante esta coyuntura el país queda “en el filo de la navaja”
y que cualquier evento adicional comprometería el suministro de energía
en el país. La razón es que con la salida de Guatapé y del embalse de
El Peñol, unido al fuerte verano, el nivel de los embalses podría bajar
en mayo a niveles críticos del 20 por ciento.
A
esta situación se suma que la hidroeléctrica de El Guavio tiene un
nivel de tan solo el 37,5 por ciento y no puede descender mucho más
porque comprometería el suministro de agua para Bogotá. Lo más complejo
en esta coyuntura es que no hay certeza sobre cuándo El Niño disminuirá
su intensidad. El Ideam sostiene que bajará a finales de marzo, pero aun
así el nivel de lluvias no alcanzará a compensar lo que han dejado de
recibir los embalses en los últimos meses.
Más
allá de los episodios accidentales, como el incendio en Guatapé y el
recrudecimiento del fenómeno de El Niño, lo que está pasando en el
sector eléctrico deja un sabor muy amargo. Hace diez años, Colombia
pintaba ser una potencia energética, no solo por la riqueza hídrica que
tiene sino por la regulación que, en su momento, se diseñó para el
sector; por la interconexión y por el mismo dinamismo de las empresas.
Hoy el panorama es desafortunado. Hay que importar energía, la amenaza
de un racionamiento está en presente, la regulación no se modernizó y no
se tomaron medidas a tiempo.
Lo cierto es que el panorama energético del país se complicó a niveles que nadie imaginaba.